V.M.C., vecino de Rivas-Vaciamadrid de 38 años y nacionalidad española, fue hallado muerto en la Cañada Real el pasado 15 de junio. Su cuerpo se encontraba en avanzado estado de descomposición. Su familia lloró su pérdida y sufrió una larga espera para enterrarle. El juzgado de instrucción número 44 no autorizó hasta hace una semana, casi dos meses después, su sepelio.
Pese a tener el visto bueno del Instituto Anatómico Forense, que había confirmado gracias a las pruebas dentales la identidad del fallecido, la juez requirió nuevos tests para su identificación, en concreto una reconstrucción de las huellas dactilares.
60 días de larga espera, del corazón en un puño, de un capítulo sin cerrar. "Es indignante que no nos dejen enterrarlo; el sufrimiento no cesa", explicaba la portavoz familiar a este periódico. Dos días después de que EL MUNDO publicara la denuncia de la familia, la juez dio luz verde al entierro. El pasado martes, V.M.C., ex toxicómano rehabilitado, fue enterrado en el cementario de Rivas. O al menos eso creyó hacer su familia, que ayer recibió una llamada con forma de broma macabra.
Una empleada del Anatómico les comunicó que se habían equivocado al entregarles el cadáver, que a quien de verdad enterraron fue a un mendigo polaco muerto hace varias semanas al que nadie había reclamado y cuyo cuerpo también se encontraba en las cámaras frigoríficas del centro. "Estuvimos enterrando a una persona que no era la nuestra, en un entierro que no era el nuestro; es patético", dice la portavoz de la familia, que precisamente ayer, cuando recibió la llamada, se encontraba con una marmolista encargando el mensaje que iba a quedar grabado en la lápida de la tumba.
Pese a tener el visto bueno del Instituto Anatómico Forense, que había confirmado gracias a las pruebas dentales la identidad del fallecido, la juez requirió nuevos tests para su identificación, en concreto una reconstrucción de las huellas dactilares.
60 días de larga espera, del corazón en un puño, de un capítulo sin cerrar. "Es indignante que no nos dejen enterrarlo; el sufrimiento no cesa", explicaba la portavoz familiar a este periódico. Dos días después de que EL MUNDO publicara la denuncia de la familia, la juez dio luz verde al entierro. El pasado martes, V.M.C., ex toxicómano rehabilitado, fue enterrado en el cementario de Rivas. O al menos eso creyó hacer su familia, que ayer recibió una llamada con forma de broma macabra.
Una empleada del Anatómico les comunicó que se habían equivocado al entregarles el cadáver, que a quien de verdad enterraron fue a un mendigo polaco muerto hace varias semanas al que nadie había reclamado y cuyo cuerpo también se encontraba en las cámaras frigoríficas del centro. "Estuvimos enterrando a una persona que no era la nuestra, en un entierro que no era el nuestro; es patético", dice la portavoz de la familia, que precisamente ayer, cuando recibió la llamada, se encontraba con una marmolista encargando el mensaje que iba a quedar grabado en la lápida de la tumba.
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"Es alucinante, todavía trato de digerirlo. Después de dos meses de espera, cuando todo estaba solucionado, nos llaman para decirnos que todavía no le hemos enterrado, que sigue allí", exclama en estado de 'shock' la portavoz de la familia, que ya estudia emprender acciones legales contra el Anatómico Forense por los daños morales ocasionados.
"Ya no queremos ni disculpas ni nada. No es normal lo que nos ha pasado", dicen desde la familia. Desde que V.M.C. desapareciera de su casa el pasado 11 de junio todo han sido punzadas de dolor para su familia. Cuatro días después de desaparecer, un vecino de la Cañada Real alertó al 112 de que había visto un cadáver con el torso desnudo en un descampado. Al día siguiente la Policía se puso en contacto con ellos para decirles que sospechaban que se trataba de él, ya que entre sus ropas, según supo la familia hace pocos días, estaba el DNIde V.
Después de que el Anatómico confirmara la identidad del fallecido, que según la autopsia murió de un paro cardiaco, la familia arregló con su seguro el velatorio y el posterior entierro.
¿Quién corre con los gastos?
Cuando ya estaba todo preparado, la juez lo paralizó a falta de más pruebas. Nueva espera. «Queremos que descanse en paz como merece», decía la familia a este periódico. Y ayer, ya con lo que ellos creían el cuerpo de V. en el cementerio, un nuevo mazazo. «Y es que además nos han dicho que tenemos que pagar nosotros los gastos del traslado del cuerpo y el entierro, y que luego se lo reclamemos a la Comunidad, ¿pero como puede ser posible?», decían ayer por la mañana desde el entorno de la familia.
Pocas horas después, el director general de Justicia de la Comunidad de Madrid, Gonzalo Quiroga, llamó a la familia para tranquilizarles e informarles de que todos los gastos correrán a cargo del Gobierno regional, de cuya Consejería de Justicia, depende el Anatómico. Ahora será el juez el que debe autorizar de nuevo el entierro y también la exhumación del cadáver enterrado por error.
Fuentes de la Consejería de Justicia consultadas ayer han asegurado que el desagradable incidente se ha debido a "un desgraciado fallo humano" y han evitado precisar si algún funcionario va a ser expedientado por ello, aunque todo apunta a que no. Además, han precisado que la espera de casi 60 días que ha tenido que padecer la familia es el tiempo habitual cuando se trata de una reconstrucción dactilar, que tiene que llevar a cabo la Policía Científica.
La familia de V.M.C. ya ha expresado a la Comunidad de Madrid que no quieren enterrar a su familiar en el nicho donde se exhumará el cadáver del mendigo polaco, sino en otro espacio del mismo cementerio de Rivas-Vaciamadrid, donde vive la familia, que quiere olvidar esta eterna pesadilla cuanto antes.
Fuente: El Mundo
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